jueves, 10 de mayo de 2012

LA VOLUNTAD DE DIOS ES QUE SEAS SANO

Hace unos días atrás leí en uno de los muchos foros de teología que hay en el Facebook el siguiente comentario bajo el título “El poder de la oración”

“La sanidad de alguien hoy día depende totalmente de la voluntad de Dios. No depende de su fe, ni del don de sanidad, ni de nada más salvo la voluntad de Dios. Si oramos y pedimos conforme a la voluntad de Dios, Él nos oye. Y la Biblia dice que si Él nos oye, ya sabemos que tenemos las cosas que le estamos pidiendo… Sin embargo, si no es Su voluntad (como en el caso de Pablo; 2Cor 12.7-9; Gal 4.13-15), por más que usted trate de orar con más y más fe, Él no lo va a sanar".

Una de las primeras cosas que habría que decir es que el comentario no alude a la oración en sí, ni a la forma correcta de orar, sino principalmente a un tema que por mucho tiempo me desconcertó: la voluntad de Dios. Es cierto que "oración" y "voluntad de Dios" van interrelacionadas pero no siempre es fácil distinguir una de la otra; de ahí que para algunos orar conforme a la voluntad de Dios signifique una tarea permanete de confirmación por cada acción que toman en su vida personal y/o familiar. Dios ha revelado su voluntad desde que entró en contacto con la humanidad y la volvió a reafirmar con la vida y mensaje de Jesús. Si queremos hacer la voluntad de Dios no hace falta sino reproducir la estructura de la vida de Jesús.

En ese sentido, la afirmación "la sanidad...depende totalmente de la voluntad de Dios" es coherente con todo el mensaje bíblico. De Dios depende no sólo la sanidad sino todas las acciones y procesos que coadyuven a concretizarla. Sin embargo, lo que más me desconcierta es la segunda afirmación: "si no es Su voluntad por más que ore...Él no lo va a sanar". Esta segunda afirmación hace de Dios un ser caprichoso y  tirano al estilo de los dioses griegos y romanos. La dependencia total de su voluntad no hace referencia al humor de Dios, todo lo contrario, evidencia su amor. Sino, Dios pasaría como quien hace acepción de personas, que escoge a su antojo, porque es Dios, a quién sanar y a quién no. Si así fuese, los enfermos no tendrían ninguna seguridad de su amor y sólo les quedaría esperar sumisa e mendicantemente su soberana voluntad.

Esto hace de la gracia una verdadera angustia. La voluntad de Dios se distancia del necesitado y se convierte en un misterio y como tal, en impenetrable. Ante esto cabe preguntar ¿es un misterio la voluntad de Dios? ¿Es verdaderamente impenetrable? La vida y mensaje de Jesús dicen lo contrario. Jesús sanó a cojos, mancos, ciegos, sordos, mudos, encorvados, leprosos, epilépticos entre muchos. Sus curaciones y milagros iluminan con claridad meridiana la voluntad de Dios con respecto a las enfermedades. Es la voluntad de Dios que los enfermos sean sanados; es SU voluntad que las enfermedades no formen parte de la vida de las personas, sobre todo, las enfermedades curables. Es voluntad de Dios que las enfermedades, como expresión del pecado, sean desterradas. Jesús reveló la voluntad de Dios y ésta es que tengamos vida y vida en abundancia. 

Los evangelios dicen que Jesús sanó toda enfermedad y toda dolencia, pero también da a entender que hubo enfermedades que no fueron curadas. Los evangelios dicen "curó a muchos". Esto nos lleva a pensar que hay enfermedades que se curan y otras que no se curan. Hay enfermedades productos del desgaste natural causados por la edad; hay enfermedades producto de las malformaciones genéticas, cromosómicas y neuronales como también hay enfermedades curables que no son atendidas a tiempo a causa de la desidia de las autoridades o la avaricia de las empresas farmacéuticas. Por estas enfermedades curables no atendidas así como por el pecado de ambición, la codicia, el desprecio y la falta de amor al prójimo, es que mueren millones de personas, principalmente los pobres. De estas enfermedades curables no atendidas es que nos habla la Biblia y que Dios atiende porque dignifican a las personas. De las enfermedades que son producto del desgaste natural la Biblia dice poco. 

Cuando se afirma que la sanidad depende totalmente de la voluntad de Dios, pues, sí, coincido plenamente, Dios quiere sanarnos, es su voluntad sanarnos y lo ha señalado claramente con la vida, los gestos y el mensaje de Jesús. Lo que ahora compete es el cumplimiento de su voluntad y no que nos preguntemos si es no su voluntad. Es responsabilidad de las autoridades atender las enfermedades curables y dar calidad de vida a las personas con enfermedades producto del desgaste natural o por razones genéticas, cromosómicas y neuronales. En la iglesia pueden obrar milagros, claro que sí, ellos serán para advertir que Dios quiere la dignificación de las personas, de todas las personas porque cada uno de ellos es contado como hijo-a de un padre amoroso.

1 comentario:

  1. “La sanidad de alguien hoy día depende totalmente de la voluntad de Dios. No depende de su fe, ni del don de sanidad, ni de nada más salvo la voluntad de Dios".... sobre este coment pienso que en estos tiempos de consumismo y vida desordenada, es lógico que en cualquier momento ese ritmo de vida te pase factura, cuando caes enfermo te acuerdas de orar, de tu fé y buscas la sanidad y posiblemente lo alcances y te recuperes, pero al poco tiempo olvidas y vuelves al mismo circulo vicioso... Entonces se me viene a mente la frase LA VOLUNTAD DE DIOS y me lleva a un plano totalmente divino, más profundo, esta frase me lleva a olvidar la oración y me invita buscar esa voluntad directamente de la fuente, de El, como lo hiciera el mismo Jesús, o tal vez Krishna, Buda, Osho, etc. Podemos seguir orando cuando estamos aflijidos y olvidar o podemos buscar esa VOLUNTAD DIVINA en nuestro interior... pienso que seria saludable olvidarse un poco de este mundo inventado por el hombre, el cual tiene "en su menu principal" alejarte de lo divino y de la gracia de la voluntad de Dios.

    y sobre el Articulo, tal vez Dios no quiere que seamos sanos, sino que VIVAMOS SANOS.

    Saludos
    Kristian Prada

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